Opciones de tratamiento para el cáncer de la laringe recidivante
El tratamiento para el cáncer de la laringe recidivante puede incluir los siguientes procedimientos:
- Cirugía, con radioterapia o sin esta.
- Radioterapia.
- Quimioterapia.
Quimioterapia
En el cáncer de laringe, la quimioterapia se aplica, generalmente, asociada a la radioterapia para potenciar el efecto de esta última sobre el tumor. Al administrar ambos tratamientos, es frecuente que aumenten los efectos secundarios.
Puede administrarse antes de la cirugía o radioterapia, para disminuir el tamaño del tumor y facilitar el tratamiento local o después de la cirugía o radioterapia para prevenir la reaparición de la enfermedad.
Si el tumor está muy diseminado y no responde a otros tratamientos, la quimioterapia puede utilizarse como tratamiento paliativo. Su objetivo fundamental es disminuir los síntomas derivados del tumor y mejorar la calidad de vida del paciente.
Unida a la Radioterapia, se emplea en ocasiones para evitar realizar una laringectomía.
Cirugía
El tipo de cirugía que se puede aplicar en el cáncer de laringe varía en función del tamaño, de la localización y de la extensión de la enfermedad a ganglios y/o órganos vecinos.
La cirugía a nivel de laringe es una intervención quirúrgica mayor, por lo que es necesario un ingreso hospitalario durante un tiempo que puede variar de un enfermo a otro, pero por lo general suele oscilar entre una y dos semanas. Asimismo, es necesaria anestesia, que siempre será de tipo general.
Aunque es posible que se tenga que realizar la extirpación de la laringe (laringectomía), en la actualidad se realizan con más frecuencia cirugías conservadoras para preservar la voz.
Dependiendo de la situación de cada enfermo, existen diferentes opciones y técnicas de tratamiento quirúrgico:
- Laringectomía total: cuando se precisa extirpar toda la laringe.
- Cordectomía: consiste en la extirpación únicamente de la cuerda vocal afecta.
- Laringectomía supraglótica: se extirpa solamente la región supraglótica de la laringe.
- Linfadenectomía: es la extirpación de los ganglios linfáticos de la zona del cuello. Dependiendo de la localización del tumor, el riesgo de afectación de los ganglios del cuello puede variar. En los tumores supra y subglóticos es frecuente esta afectación por lo que se suele llevar a cabo la linfedenectomía. Se conoce con el nombre de disección ganglionar cervical.
En los cánceres de glotis, no se afectan los ganglios por lo que no es preciso realizar este tipo de cirugía.
Radioterapia
La radioterapia es el empleo de radiaciones ionizantes para el tratamiento, local o locorregional, de determinados tumores que emplea rayos X con altas dosis de irradiación.
Su objetivo es destruir las células tumorales causando el menor daño posible a los tejidos sanos que rodean dicho tumor.
En la mayoría de los tumores, la radioterapia que se aplica es externa. Para ello se emplean máquinas de gran tamaño que, en ningún momento contactan con el enfermo.
La radioterapia se puede emplear como tratamiento único o en combinación. Se puede administrar antes de la intervención para disminuir su tamaño y facilitar la cirugía, o después de la misma, para consolidar el tratamiento.
Asimismo, se puede administrar con la quimioterapia para potenciar sus efectos (quimioirradiación).
El tratamiento con radioterapia siempre es individualizado, es decir, cada enfermo tendrá su tratamiento específico y distinto al de otro paciente, dependiendo de la localización y extensión de la enfermedad.
Según la finalidad con que se emplee, la radioterapia puede ser curativa o paliativa.
Dependiendo de la localización, y sobre todo de la fase en la que se encuentre la enfermedad, puede ser un tratamiento con finalidad curativa, sobre todo en etapas iniciales. Suele dar buenos resultados para los cánceres localizados en la glotis.
Salvo para los tumores de glotis, suele ser necesario casi siempre que el tratamiento comprenda todo el cuello.
Planificación del tratamiento con RT:
Antes de empezar con el tratamiento propiamente dicho, es preciso realizar una planificación o simulación del mismo. Su finalidad es determinar una serie de parámetros que variarán dependiendo del tipo, de la localización y de la extensión del tumor, así como de las características anatómicas de cada enfermo.
Durante todo el tratamiento, el paciente ha de permanecer inmóvil y mantener la misma postura. Es frecuente, que próximo a la zona del tumor se encuentren determinadas estructuras importantes como la medula espinal, las glándulas parótidas, la cavidad oral, la orofaringe, la traquea, el esófago, entre otros. Para administrar la radiación con una precisión elevada y evitar que los tejidos sanos que rodean al tumor reciban más dosis de la tolerada, se utilizan sistemas de inmovilización muy precisos para que permitan la administración de la radiación con gran exactitud.
Habitualmente, para realizar el cálculo de la dosis que va a recibir tanto el tumor como los tejidos sanos de alrededor del mismo, es necesario realizar una tomografía de localización, cuyas imágenes se introducen en la computadora, donde se determina el volumen de tratamiento.
Antes de la realización de la tomografía se determina el sistema de inmovilización más adecuado para cada paciente según la técnica que se vaya a aplicar. Los más empleados son una máscara de material termoplástico que se adapta al contorno del paciente.
Una vez realizada la planificación, estos sistemas de fijación permiten su reproducción diaria en la sala de tratamiento.
¿Dónde se realiza el tratamiento con radioterapia?
Las habitaciones donde se realizan los tratamientos de radioterapia externa se llaman salas de radioterapia o búnkeres. Estas habitaciones poseen paredes de hormigón con un gran espesor que proporcionan un aislamiento perfecto impidiendo que la radiación salga fuera de ellas.
Mientras dura la sesión de tratamiento el paciente estará solo en el interior de la sala, pero vigilado por el personal especializado a través de un circuito de televisión y un interfono.
¿Por qué es necesario acudir todos los días?
Si se administrara toda la dosis de radiación en una única sesión se producirían daños muy serios en los tejidos. Para minimizar estos efectos secundarios, la dosis total de radiación se fracciona, repartiéndose en un número determinado de sesiones y días.
El fraccionamiento estándar consiste en administrar una sesión al día durante cinco días a la semana descansando dos, generalmente sábados y domingos. Para su administración no es necesario estar ingresado, puede acudir al hospital para el tratamiento y una vez finalizado volver a su casa.
¿Cuánto dura el tratamiento?
El tratamiento de radioterapia suele durar entre dos y siete semanas, dependiendo de la dosis que se administre y del número total de sesiones.
Diariamente, cada sesión dura sólo unos minutos (quince aproximadamente). El tiempo real de irradiación dura unos segundos.
Una vez finalizado el tratamiento diario, puede estar en contacto con otras personas, ya que no emite ningún tipo de radiactividad. Sus relaciones sociales, laborales y familiares no tienen por qué verse afectadas mientras dure el tratamiento.
Efectos secundarios:
La radioterapia, al mismo tiempo que elimina células enfermas, puede afectar a los tejidos sanos cercanos al área de tratamiento y como consecuencia aparecen efectos secundarios en la zona que ha recibido el tratamiento.
Estos efectos son difíciles de prever con exactitud, ya que dependen de múltiples factores como la zona del organismo donde se realiza el tratamiento, la dosis, el fraccionamiento y la susceptibilidad individual de cada persona. En algunos casos se producen efectos mínimos, mientras que en otros son más serios y es necesario administrar tratamiento médico para su control.